En apoyo a
los trabajadores de Eulen.
Urge
romper el aislamiento y extender la solidaridad
Una vez más,
es la acción de los trabajadores en defensa de las reivindicaciones
la que pone los puntos sobre las íes, la que sitúa cada cosa en su
sitio, y la verdadera frontera entre quién es quién y qué se
persigue.
La
movilización de los trabajadores de seguridad del Aeropuerto del
Prat (Barcelona) deja al desnudo los argumentos de aquellos que
pretenden utilizarlos para sus respectivos intereses al margen del de
los propios trabajadores.
El
conflicto
El orígen
del conflicto ha sido señalado por los responsables de CCOO y UGT, e
incluso por la propia alcaldesa de Barcelona: está en la
privatización de AENA y en la licitación de una contrata realizada
a la baja, al amparo de uFoto El Periodicona legislación que lo permite, y que ha
tenido consecuencias nefastas para los trabajadores. Los trabajadores
de Eulen, como los de todo el sector de seguridad privada son de los
peor pagados en el Estado Español.
Su sueldo
apenas llegan a los 1000 euros y solo disponen de dos parámetros
para poder cobrar más, el de sus destinos de trabajo (algunos de
ellos se pagan más por su responsabilidad) y el de las realización
de horas extras. Se puede afirmar sin mentir que llegan a una
mensualidad digna gracias a las horas extras.
Y por otro
la escasa plantilla, situación que se recrudece en periodos intensos
como son los de vacaciones.
Por lo
tanto, más allá de paranoias y esquizofrenias, es normal que los
trabajadores/as ante el hartazgo de la precarización y precisamente
en los periodos de extrema intensidad por la escasa plantilla
existente, decidan reclamar mejores condiciones laborales y
salariales.
El problema
salta a la opinión pública cuando los trabajadores pueden poner en
jaque servicios esenciales como son la seguridad de un aeropuerto.
El
derecho a huelga
Todos los
medios, al servicio del que les paga, corren a manifestar que las
colas que se generan son fruto de una huelga encubierta, ignorando
una de las reclamaciones del colectivo, como son el de incremento de
trabajadores para cubrir el servicio.
Para seguir
contaminando la situación mezclan otro concepto, el de la huelga de
celo. Es decir que les acusan del
cumplimiento estricto de la normativa laboral, de salud e higiene y
con rigurosa aplicación de las disposiciones de los convenios
laborales. Tratándose como se trata de la seguridad de un
aeropuerto, parece que no les importa nada el cumplimiento estricto
de la normativa vigente. En todo caso, el
fraude no lo cometen los trabajadores, sino la empresa y la
Administración mancomunadamente que permiten la realización de un
servicio con poco personal, lo que lleva inevitablemente a provocar
colas entre los pasajeros … a no ser que se incumpla la normativa
vigente.
La lucha de
los trabajadores de seguridad del aeropuereto del Prat pone sobre la
mesa las precarias condiciones laborales existentes en el colectivo
de trabajadores de seguridad, que se han extendido entre amplios
sectores de trabajadores como consecuencia de la reforma laboral.
Contra esta
situación se han rebelado los trabajadores de Eulen. Y ello, a pesar
de que les han dictado unos servicios mínimos del 90%, a pesar de
todas las presiones y de la acción de esquirolaje de los gobiernos
de Madrid y de Barcelona.
Los
gobiernos del PP y de JxS contra ellos
El gobierno
de España y el de Catalunya se han puesto de acuerdo en algo: en
acabar con este conflicto, del que por otro lado, se acusan
mutuamente de ser los responsables. En realidad, los dos lo son,
porque los dos aplican la misma política en cuanto a recortes, en
cuanto a privatizaciones.
Los que
hemos acudido al aeropuerto estos días hemos sido informados por los
partidarios del “si” para el próximo día 1 de octubre, que eso
no sucedería en la nueva república catalana. ¿Porqué? ¿estarían
prohibidas la huelgas? ¿cobrarían lo suficiente y no habría
conflictos laborales? ¿no habría privatizaciones?, nada de esto
manifiestan en sus programas.
Y sin duda
es una pésima campaña por el derecho a al autodeterminación del
pueblo catalán.
En Catalunya
no ha sido necesaria una mayoría del PP para aplicar los recortes,
las privatizaciones, los salarios indignos. Ha bastado CiU, el
tripartito y ahora JxSi, cuya mitad apoyó en Madrid la reforma
laboral.
Basta ver
los presupuestos (apoyados por la CUP en este último ejercicio).
Un simple
ejemplo: si acuden a los Juzgados, centros educativos, centros
públicos, instituciones públicas, verán como los encargados de la
seguridad son vigilantes privados y no los Mossos d’Esquadra.
Y si vemos
la política de recortes en bomberos, sanidad, enseñanza, si
analizamos sin paranoias ni esquizofrenias, contemplaríamos que la
misma política de sometimiento a los dictados de la UE se da en
Madrid y en Barcelona.
Ahora la
Guardia Civil o los Mossos d’Esquadra
Un hecho
gravísimo, denunciado por el secretario general de la UGT Pepe
Álvarez, es la utilización de la Guardia Civil para sustituir a los
trabajadores de Eulen. La decisión adoptada por el gobierno del PP,
no es muy diferente de la que proponía el gobierno catalán,
utilizando en este caso a los Mossos d’Esquadra. ¿Es así cómo se
quiere construir la República catalana, conculcando el derecho de
huelga?
Foto de El Periodico Ministro de la Serna con Guardia Civil |
Es necesario
levantar la más amplia unidad. CCOO y UGT deben encabezar la lucha
en defensa de los trabajadores de Eulen que luchan por un salario
digno.
En defensa
del derecho de huelga que está siendo conculcado por quienes
judicializan todo conflicto político … y también por quienes, con
toda razón, se quejan de ello.
El
ofrecimiento a contra reloj de un complemento de 200 euros por 12
mensualidades y el incremento de plantilla, deja al descubierto la
situación. Es el reconocimiento indirecto de que tienen razón los
trabajadores.
La decisión
adoptada por los trabajadores de Eulen no solo debe ser respetada,
sino que debe ser apoyada por aquellas organizaciones que se reclaman
de la democracia. Urge pues romper el aislamiento al que se les
somete, su combate es el todos los trabajadores contra la precariedad
y la exigencia de un salario digno.
Miguel
González
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